La construcción en cuestión era magnifica, se erguian con tal imponencia sus gruesas columnas sosteniendo sobre sí cada piso; los balcones estaban en diferentes direcciones y los ventanales estaban simétricamente colocados tan cerca unos de otros; la blanca pintura que cubría aquél castillo era tan pulcra como las nubes y los adornos hechos a mano dejaban ver el estilo barroco del castillo. Estando debajo de los numerosos escalones que conducían hacia la enorme entrada sólo se podía apreciar nada más que la fachada pero en realidad aquella construcción era la viva imagen de una burguesía influenciada en su totalidad por el arte barroco francés.
Los carros llegaban a varios metros de distancia de la entrada dejando a su paso a mujeres con vestidos voluptuosos de colores brillantes y elegantes así como peinados tan elaborados casi tan altos como el mismo castillo y a hombres con trajes entallados y peinados increíblemente formales, ambos portando mascaras únicas con estilos tan variados como las mismas mentes de los portadores. La música del salón se escuchaba desde este punto. Aún siendo el siglo XXl se veía de mal gusto que uno acuidese sin compañia a un baile de este estilo por lo que aunque las parejas eran mas abundantes también se veían grupos de mujeres y de hombres galanes en busca de particularidades.
-Grace- dijo Diana la chica con probable peinado mas elaborado en toda la fiesta.
-¿Qué?- contestó graciela
-¡Date prisa o no encontraremos un lugar en la pista para bailar!- exclamó Diana intentando en vano que su amiga se apurase.
-Oí que habrían bocadillos- dijo otra de las amigas alejandose junto con el resto del grupo en dirección a las enormes puertas que daban entrada al baile
Graciela se quedó mirando el majestuoso estilo tan detallado con el que estaba hecho el castillo, volteando de vez en cuando para ver y tal vez criticar los vestidos de las demás mujeres que pasaban al rededor. El de ella había sido casi bordado a mano para ella, era practicamente el vestido que decía su nombre en todos lados. Era bastante bombacho con olanes y encaje en tonos rosas y blanco, la parte superior era simple y muy elagante con un escote a los hombros, también habia decidio lucir su cabellera que era como oro en un peinado recogido. Así estaba graciela esa noche pero... ¿Quién diría que debajo de esa chica bonita habría algo más? Algo más que modales finamente inculcados por su madre y temas de críticar como el vestido y el peinado de quién sabe quien o la pareja del momento del instituto, tampoco era sólo la gran cantidad de libros que leía ni la dulce voz que permitía escuchar melodias divinas. Era una chica con un corazón puro y delicado que había sido una tierra rara de explorar para la mayoría de los hombres, era alguien sumamente intuitiva y comprometida con su propia existencia, era algo así como la rosa que florece en invierno...
Graciela sucumbió a la realidad y camino con piso firme hacia las escaleras.
Los carros llegaban a varios metros de distancia de la entrada dejando a su paso a mujeres con vestidos voluptuosos de colores brillantes y elegantes así como peinados tan elaborados casi tan altos como el mismo castillo y a hombres con trajes entallados y peinados increíblemente formales, ambos portando mascaras únicas con estilos tan variados como las mismas mentes de los portadores. La música del salón se escuchaba desde este punto. Aún siendo el siglo XXl se veía de mal gusto que uno acuidese sin compañia a un baile de este estilo por lo que aunque las parejas eran mas abundantes también se veían grupos de mujeres y de hombres galanes en busca de particularidades.
-Grace- dijo Diana la chica con probable peinado mas elaborado en toda la fiesta.
-¿Qué?- contestó graciela
-¡Date prisa o no encontraremos un lugar en la pista para bailar!- exclamó Diana intentando en vano que su amiga se apurase.
-Oí que habrían bocadillos- dijo otra de las amigas alejandose junto con el resto del grupo en dirección a las enormes puertas que daban entrada al baile
Graciela se quedó mirando el majestuoso estilo tan detallado con el que estaba hecho el castillo, volteando de vez en cuando para ver y tal vez criticar los vestidos de las demás mujeres que pasaban al rededor. El de ella había sido casi bordado a mano para ella, era practicamente el vestido que decía su nombre en todos lados. Era bastante bombacho con olanes y encaje en tonos rosas y blanco, la parte superior era simple y muy elagante con un escote a los hombros, también habia decidio lucir su cabellera que era como oro en un peinado recogido. Así estaba graciela esa noche pero... ¿Quién diría que debajo de esa chica bonita habría algo más? Algo más que modales finamente inculcados por su madre y temas de críticar como el vestido y el peinado de quién sabe quien o la pareja del momento del instituto, tampoco era sólo la gran cantidad de libros que leía ni la dulce voz que permitía escuchar melodias divinas. Era una chica con un corazón puro y delicado que había sido una tierra rara de explorar para la mayoría de los hombres, era alguien sumamente intuitiva y comprometida con su propia existencia, era algo así como la rosa que florece en invierno...
Graciela sucumbió a la realidad y camino con piso firme hacia las escaleras.